Muchos programadores se sienten impostores (síndrome del impostor). Culpa también de nuestra tendencia a mitificar nuestra profesión. Incluso en muchas ofertas de trabajo se habla de “rockstar developers” o “ninja developers” u otras tonterías varias. No hay ingenieros 10X (bueno, sí, pero no son humanos). Pero esta sensación de ser un programador muy “normalillo” puede llegar a echar de nuestra profesión a algunos programadores jóvenes o asustar a los que todavía ni han empezado. Y no es que vayamos sobrados de programadores.

Es por esto que me encanta este proceso de desmitificación y normalización de nuestra profesión por  parte de gente muy reconocida que habla abiertamente de todas las cosas que NO sabe, los errores que comete y como siguen teniendo que utilizar Google y StackOverflow a diario. Y que evidentemente, no pasarían ninguna de las entrevistas técnicas que forman parte del proceso de selección de personal de cualquiera de las grandes tecnológicas. Sí, a mi también me gustan las estructuras de datos pero de copiar listas enlazadas con complejidad lineal así, en ayunas, pues no me entra. Es algo muy común en cualquier institución el poner barreras de entrada que los que están dentro no pasarían, pero esto ya es otra discusión.

Esta discusión empezó con este tweet de David Henderson Sellers, fundador de una de las empresas que más me gustan.

que provocó multitud de confesiones parecidas, muchas de ellas recogidas en esta lista de “Developer confessions“. A los que os gustan los videojuegos también os puede interesar esta serie de confesiones de programadores de juegos.

También me gusta especialmente esta confesión the Jack Forge.

Es importante recordar que este síndrome del impostor lo vemos también en muchas otras profesiones, como las matemáticas o la escritura, también con tendencia a la megalomanía.

Más que una habilidad innata lo que nos hace mejores en cualquier trabajo es la perseverancia y la consistencia. Espero que si creías que eras un mal programador, este post te haya hecho ganar un poco más de confianza en tus habilidades. Recuerda que los grandes programadores no nacen, se hacen.

Imagen de Rafael Garcin en Unsplash